“No hay árbol recio y consistente, si el viento no lo azota con frecuencia”. Los huracanes o arrancan los árboles de escasas raíces o, si resisten, los urgen a profundizar las que tienen. Lo mismo pasa con las personas que han sido capaces de afrontar con fe y valor los desafíos de la vida Son luchadores que recurrieron a Dios y triunfaron.
"Señor, que no necesite mi existencia de tormentas para amarte; que no necesite de centellas que me atemoricen para recurrir temblando a ti; que no sean necesarias las tinieblas para buscar dando traspiés tu amorosa mano; que reconozca que únicamente junto a ti puedo encontrar paz, alegría y entusiasmo... Y que cuando me sacudan el alma las tormentas interiores, me refugie en la paz de tu amor”. Amén.
Hay otra oración para rezar si te suceden esas cosas desagradables que no tienen más solución: “Señor, concédeme fortaleza para solucionar lo que tiene solución; pero, valor para aceptar lo que ya no puede solucionarse; y sabiduría para reconocer la diferencia”. Es una sabia lección que se resume así: “Aceptar, olvidar, y seguir adelante”.
* Enviado por el P. Natalio