Aunque
el reloj parezca marcar un mismo ritmo para todos, el tiempo no es
igual para ninguno, cada quien camina a su paso, avanza o descansa, se
calla o responde, se muestra o se esconde, se da la oportunidad de amar
o se permite esperar a que le llegue la hora del corazón entregar,
porque todo tiene su espacio y su momento…
Y nadie puede
pretender que el otro responda igual, ni que avance o se mueva como
quisiéramos, porque tu tiempo y mi tiempo no son el mismo Tiempo; hasta
las cosas no siempre se nos darán como las pedimos y no entenderemos lo
que otros viven ni mucho menos lo que vivimos; es ahí cuando tal vez al
orar no encontramos las respuestas que pedimos y al esperar sentimos
que todo pierde sentido, porque el tiempo pasa y todo sigue peor o
igual, nada es como queremos que sea; sentimos que Dios nos deja solos
mientras la vida se nos va y hasta nos golpea, sin poderlo detener o
evitar, qué complicado es comprender que las cosas no siempre a nuestro
tiempo han de pasar, porque el Tiempo en el que Dios actúa no es
nuestro tiempo, todo tiene su espacio y su momento…
No
pretendamos que todo suceda enseguida, ni nos quedemos dormidos en el
tiempo que sin darnos cuenta se nos va, no compares el tiempo que
tienes de vida, con el que de vida se le ha concedido a los demás, cada
tiempo es diferente, tu vas a tu paso y yo llevo mi ritmo, Dios actúa
en su momento y en su lugar, porque existe mi tiempo, tu tiempo y El
tiempo, el segundo que pasó es diferente, nunca más se repetirá… no lo
pierdas, vívelo intensamente, llena tu tiempo en aprender a ser amado y
siempre amar.
KERY ROJAS
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