Yo no dejo de quererte,
mi corazón abierto está,
y para ti son mis letras,
llenas de cariño y sinceridad.
Yo no dejo de escucharte,
pues mis oídos para ello están;
para que no te sientas sólo,
ya que la soledad es mala de pasar.
Yo no dejo de escribirte,
pues deseo tu corazón reaccionar,
mas no estás sólo en este mundo,
aunque nos distancie la tierra y el mar.
Yo no dejo de creerte,
pues cuanto dices, debe ser verdad;
mas es posible la incertudumbre,
es posible ... que la maldad haga su mal.
Yo no dejo de animarte,
pues somos humanos y caemos sin cesar;
mas por esa misma humanidad y amistad,
no dejo de emprender el vuelo sin parar.
Yo no dejo de iluminarte,
aunque mi luz sea una llama que apenas va;
pero creo que es mejor una humilde luz,
que camino incierto en tu sentir y estar.
Yo no dejo de apartarme,
aunque mis fuerzas flaqueen y falle sin cesar;
pero la intención que tengo es permanente,
y, mientras mi corazón lata, mientras respirre,
te querré y acudiré a ti sin tan siquiera tú llamar.
Autora: Rosa Mª