AMISTAD.- TRES FORMAS DE AMAR
Aristóteles distinguía tres formas de amar: podemos amar algo porque es bueno en sí mismo, por ser agradable o por ser útil. Ahora, como la amistad es “predilección” (es decir, amor preferente) sólo ella pertenece a la especie del amor propiamente humano, el que se profesa a quien merece ser amado por sí, no ya por el beneficio o utilidad que puede reportar, ni por ser simplemente agradable. También es agradable el vino –observa, con el sentido del humor-, y no por ello decimos que le deseamos el bien: “sería ridículo desear el bien del vino; todo lo más, se desea que se conserve bien, para tenerlo. En cambio, decimos que debe desearse el bien del amigo por el amigo mismo”. La amistad no se dirige a las cosas inanimadas, porque de ellas no cabe esperar reciprocidad. Esto es propio de la amistad: comunidad de vida, “convivencia”. Por eso, por encima de la justicia, se dice, lo que los legisladores sabios procuran en las ciudades es la amistad. La justicia es poco; cuando hay verdadera amistad, la justicia puede darse por supuesta, pero no a la inversa. Además los hombres justos son los más aptos para ser buenos amigos; porque un buen amigo es un “buen hombre”.
Un aspecto de esta filosofía del amor que se halla en el sabio pagano, y que tal vez no ha sido bastante subrayado, es su carácter “humanista”. Placer y utilidad se encuentran en la amistad, pues los amigos ayudan a los amigos, y la amistad es el secreto del gozo de vivir: con los amigos se comparten aficiones, se conversa, se juega y, en general, no existirían fiestas sin amigos. Pero ni el placer ni la utilidad son lo específico de la amistad; hay cosas que son placenteras, como el vino, y existen consorcios útiles con los rivales políticos y comerciales; pero ni el vino ni los convenios son amados por sí mismos, sino por otra cosa. Sólo en el caso de la amistad amamos lo que es valioso de modo absoluto. El amor existente entre hermanos, cónyuges, padres e hijos, familiares o compatriotas son, pues, formas de “amistad natural”. En suma, la amistad como amor de benevolencia sirve para determinar qué es lo bueno por excelencia. Todo lo demás es bueno por referencia al “amigo”, a quien se ama como a uno mismo.
Ahora, allí donde solamente un ser humano es amable por sí, todas las cosas útiles o agradables que son medidas por nuestras escalas de valores valen de forma relativa o, lo que es igual, no valdrían nada, si no fuera porque se ordenan a un absoluto. Las cosas no tienen otro valor que “ser para” alguien. Todo lo que es
bueno, se dice tal por relación al hombre, De esta forma –aparentemente sencilla- Aristóteles pudo determinar con objetividad qué significa “ser bueno”, y cómo se mide el grado de bondad de algo, sea cosa o acción.
SEGUIRA, CON TODO CARIÑO PARA TODAS LAS PERSONAS QUE ME LEAN
PACIOLO
BESOS MARIECLAIR