Es esta la historia de dos corazones solitarios
que vagaban por el mundo, ya cansados,
con gran tristeza pues nunca habían amado.
¡Hastiados estaban de vivir olvidados!
Por más que buscaban, nadie les hacía caso.
Lloraban pues todos rechazaban su amor.
Tocaban miles de puertas, con insistencia,
saturados de fe, esperanza e ilusión.
¿Quién respondería al llamado
de estos dos corazones desencantados?
Todos estaban adentro, muy ocupados,
sin tiempo para atender un reclamo desesperado.
Y los pobres corazones estaban tan heridos...
¡Nadie atendía sus súplicas! ¡No tenían amigos!
Tanto amor que en su interior atesoraban
¡Es demasiado vivir sin amor ni cariño!
¡Pobres corazones que vagan en la oscuridad
sin poder compartir su eterna soledad!
Un día, sin querer, ellos dos tropezaron.
Timidamente, a los ojos se miraron.
Hablaron pocas palabras. Unos pasos caminaron
y asi descubrieron que no podían estar separados.
Desde entonces estos dos corazones
viven radiantes, como los girasoles.
Ya no hay tristeza pues al final del camino
encontraron, sin buscar, el amor desconocido.