Así como la rosa está rodeada de su aroma, tú, estás rodeada de belleza, cuyo resplandor se aviva, cuando te miro, cuando me miras, cuando nos miramos, cuando nos amamos. Me gustas en ese resplandor, cuando tienes el sol entre los labios, cuando tomo tu mano entre mis manos y te doy el alma, diciéndote, callado, que te amo. Me gustas, cuando el tiempo nos convoca, cuando estoy en comunión con tu cintura, cuando los duendes de mi sangre corren al sentir el beso, apasionado, de tu boca. Cuando tu belleza canta. Cuando tomas esa rosa y, en un dejo de elegancia, aspiras el amor, suspendido en su fragancia. Leonardo Sáenz B. |