No me puedo imaginar,
las cosas que a veces pasan,
y ni me paro a pensar,
si su poder, ya rebasan.
Os voy a contar un caso,
que aconteció el otro día,
y no creáis que me paso,
es cosa muy cierta y fría.
Vienen montando a caballo,
dos amigos desde Infiesto,
y frente a casa Pelayo,
pasó este caso tan cierto.
Van ocupando el arcén,
al mismo tiempo charlando,
sin ocuparse, de quien,
por detrás les va mirando.
La yegua pisó una arqueta,
con la tapa de metal,
y resbalando coqueta,
sentó el culo el animal.
Se levantó de inmediato,
y siguió con su carrera,
hasta que el guardia insensato,
los paró en la carretera.
Treinta minutos pasaron,
para encontrar el decreto,
hasta que por fin llegaron,
a leer el mamotreto.
Un artículo al final,
de los libros que han mirado,
dice que aquel animal
viene muy incontrolado.
Acusa al pobre animal,
de venir incontrolado,
la palabra incontrolado,
significa sin control,
si el dueño viene montado,
usted se marcó un farol.
Que podemos esperar,
de esta gente con galones,
si se van a dedicar
a multar los resbalones.
(RANZA)
BESITOS