Me acuerdo de tu rostro que se fijó en mis dÃas,
mujer de saya azul y de tostada frente,
que era mi niñez y sobre mi tierra de ambrosÃa
vi abrir el surco negro en un Abril ardiente.
Alzaba en la taberna, ebrio, la copa impura
el que te apegó un hijo al pecho de azucena,
y bajo ese recuerdo, que te era quemadura,
caÃa la simiente de tu mano, serena.
Segar te vi en Enero los trigos de tu hijo,
y sin comprender tuve en ti los ojos fijos,
agrandados al par de maravilla y llanto.
Y el lodo de tus pies todavÃa besara,
porque entre cien mundanas no he encontrado tu cara
¡y aun tu sombra en los surcos la sigo con mi canto.
BESITOS