
Triduo en honor de la Virgen de la Medalla Milagrosa.
Por la señal de la Santa Cruz, etc.
ACTO DE CONTRICION.
Oración para todos los días:
¡Oh María sin pecado original concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!
¡Dulcísima Reina de los cielos y de la tierra!; que por amor a los hombres te dignastes a manifestarte, a vuestra sierva Sor Catalina, con las manos llenas de rayos de luz; a fìn de hacer saber al mundo que deseas derramar abundantes gracias sobre todos los que con confianza te piden; Concèdeme Madre mía, que a imitación de Sor Catalina derrames en mi alma la luz necesaria para conocer mi nada y mi miseria; y lo mucho que debo a mi Padre Dios, por tantísimos beneficios, como me ha dispensado; y que cumpliendo su voluntad en esta vida; pueda gozarle en Tu compañía eternamente en el cielo. Amén.
Tres Ave Marías, y 3 veces la jaculatoria “Oh María sin pecado original concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”.
¡Pobres pecadores! ¡Cuán dignos son de compasión! Ilusionados con las apariencias de felicidad que sus culpas les ofrecen, no reparan en las graves injurias que a Dios infieren con su rebeldía, ni en la crueldad con que laceran el corazón de su Inmaculada Madre, ni en la responsabilidad que contraen, haciéndose dignos de los más espantosos castigos del Cielo para el tiempo y para la eternidad. ¿Quién dará luz a su entendimiento para que vean el abismo de males a que se hallan abocados, y energía a su corazón para aborrecer lo que aman y amar lo que miran con indiferencia? ¿Y quién aplacará al Juez supremo, justamente irritado con tantas prevaricaciones? ¿Quién sino nuestra compasiva Madre, llamada con justicia Refugio de pecadores, porque, como dice San Anselmo, acoge con afecto maternal al pobre pecador a quien todo el mundo desprecia? Acudamos, pues, a María, llenos de arrepentimiento y dolor de nuestras culpas; prometámosle sinceramente la enmienda, y Ella nos restituirá a la amistad de su Hijo.
Oración Final:
Acuérdate, ¡Oh piadosísima Siempre Virgen María!, que no se ha oído decir jamás; que ninguno de los que han recurrido a vuestra protección, e implorado vuestro socorro, haya sido abandonado de Tì. Animado con esta confianza, ¡Oh Virgen de las Vírgenes!, a Tì vengo; gimiendo bajo el peso de mis pecados, me postro a Tus pies.
¡Oh Madre del Divino Verbo!, no desprecies mis súplicas; antes bien, escúchalas favorablemente, y dignate acogerlas. Amén.
Tres veces la jaculatoria: “Oh María sin pecado original concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”.