Ven a mi jardín que aquí te espero, mis aromas son de Primavera y mis mieles dulzura. La abeja liba mis néctares para embriagar tu existencia con la mía.
Valiosa me resulta tu amistad como un sueño de cercanía y en la distancia quimera ilusión de compañía.
Te veo desnuda, oferente, viniste desde extrañas lejanías, marcando con destreza la dulzura. Al rato, ofreciste la caricia que me ata a tu cuerpo marcado de besos.
Todo lo que pudiera desear, lo tengo y todo lo que ofrecérseme pudiera. Te tengo a ti en la mente y este es el mejor momento porque otra oportunidad no existe.
No se trata de compartir, ya que no pertenecemos en exclusiva a nadie. Podemos ofrecer la mente, el cuerpo y los sentimientos a quien sepa y pueda recibirlos.
Hermoso y triste a la vez es el reino del amor, porque el corazón del amante se siente melancólico en las horas de soledad.
Nunca te prives de lo bueno cuando sea real, porque una vez pasado, solo podrás pensar lo que has perdido. Eres la causa por la que vale la pena vivir.
Los ecos de mi llamada surcan al aire un cantar, que me guían las estrofas para poderte encontrar. Soy un trovador errante en busca de mi doncella con un corazón sangrante, por tí mi Princesa bella.
Al caer la tarde de mi vida y volviendo la mirada a mis recuerdos, cuanto dolor y tristeza han acusado la dicha y felicidad de conocerte desde la distancia.
Yo soy hombre que versa y que enamora desde el otro lado del Planeta. Soy adicto a tu cuerpo y a tu sonrisa, soy alguien que ríe y llora. Yo soy el que te añora.
Apareciste en mi vida como el misterio que nadie busca y te hospedaste en el Alcazar de mi mente. Ahora bien te recuerdo y envío poemas que tu me inspiras.
(RANZA)