Para tener éxito en la vida no es suficiente la capacidad ni las habilidades especiales, porque además se necesita tener actitud y una forma de ver el mundo como un lugar lleno de posibilidades.
Todos estamos expuestos a vivir las mismas circunstancias, la diferencia es la forma en que vamos a reaccionar a ellas, o sea, la actitud que adoptaremos frente a la adversidad o a la buena fortuna.
La mayor parte de la vida se compone de las reacciones que tenemos ante lo que nos sucede y una mínima parte corresponde a los hechos en sí mismos. Nosotros somos los arquitectos que pueden transformar los hechos en oportunidades.
Si en igualdad de condiciones, la diferencia entre un fracasado y un exitoso es la actitud, sólo tenemos que cambiarla; porque es lo que hace que el fracaso se transforme en éxito.
Las personas que se desalientan ante el primer contratiempo no tienen ninguna chance de lograr éxitos, porque son vencidos por una actitud derrotista que no admite fracasos, son perfeccionistas que no pueden tolerar los errores.
El perfeccionismo no conduce a nada, mejor es la eficacia y aspirar a la excelencia. El perfeccionista compara su trabajo con el de los demás y trata de hacerlo mejor y la excelencia es tratar hacer mejor lo que hace uno, significa trascenderse a uno mismo.
Si quieren tener éxito empiecen por pensar que puede haber una mejor forma de hacer lo que están haciendo para tener mayores beneficios, porque los resultados no se relacionan tanto con los recursos que tienen sino en cómo los emplean.
La excelencia y la actitud son las dos herramientas esenciales para el éxito.
La actitud sola no es suficiente, se necesita además talento y capacidad o sea las aptitudes relacionadas con la actividad que elegimos desarrollar.
Existen dos modos de vivir una experiencia de fracaso: considerarlo una oportunidad para el aprendizaje y usarlo como impulso para superarse o como un resultado que los destruye y les quita las ganas de seguir adelante.
La actitud es la que puede hacerles ver oportunidades en cada experiencia o volverlos ciegos y sordos a los estímulos.
Las personas que tienen talento y una actitud de hierro son las que vencen todas las dificultades y superan todos los límites.
La actitud es la fuerza interior y la confianza en uno mismo que nos impulsa a sobreponernos a cualquier adversidad; es la capacidad para adaptarnos y cambiar de dirección, con el pensamiento concentrado en el éxito.
El pensamiento tiene un sistema de creencia y de hábitos que a veces impiden desarrollar los proyectos y lograr las metas.
Para poder cambiar hay que pensar diferente, porque todo empieza en la mente y la solución está en nuestro interior.
El objetivo principal de todo ser humano es lograr cambiarse a sí mismo y alcanzar la sabiduría para construir su propio destino.
Tener un propósito y creer en él es lo que le da sentido a la vida y lo que hace posible el éxito.
Para tener éxito no es necesario dejarse llevar por lo que dicen los demás, sino que hay que escuchar la voz interior y creer en uno mismo.
Fuente: “Fracasos exitosos”; Bernardo Stamateas.