La música estremece el alma, alivia y calma la desilusión, embellece su paso y su huella, da vida y color a su alrededor.
La música es el pilar del son, el mejor camino para el amor, la ternura que provoca color, don, arte, gracia, pura pasión.
La música agradece la calma, el silencio, la paciencia, la llama, enciende la luz de la esperanza, da vigor y entiende de andanzas.
La música es la vivencia real, el mejor escondite de lo ideal, el regalo inmenso de lo natural, la debilidad y la fuerza integral.
La música nace de la grandeza, de la nota que realza la sutileza, de la armonía, de la mejor estela, del pentagrama que vive y anhela.
La música es amistad y fuerza, el mayor recuerdo de la riqueza, la inmensidad del lenguaje ciego, el mejor modo de soñar sin riesgo.
La música es verdad y compañía, algo que es simple y es caricia, es algo que no muere sino crece, y con el tiempo sin duda no cede.
Autora: Rosa Mª Villalta Ballester
|