Todo cabe en el paisaje del sueño que nos despierta, en la permanente primavera que nos altera la sangre, en ese ir constante sin movernos del sitio, en la inocencia y el delito que nos condena y nos sabe.
Todo llega en el venir al que tu ir me convoca, desnudando ola y roca en playas de rosa y vino, bajándole al camino la estrella de nuestra fuga, que con su calma, apura la suma de nuestro sinos.
Todo puede en el poder que nuestras ganas deliran, en la cuestión consentida y en lo que venga por consentir, en el ajustado perfil del abrazo que nos funde, en lo imprevisto y en la costumbre del vivirnos para vivir.
GOGO
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