Procede del latín crux, crucis, con el mismo significado que en español,
incluidos los metafóricos y simbólicos. Desde que el emperador romano
Constantino el Grande prohibió a principios del siglo IV el suplicio de la cruz,
para que ésta fuese en exclusiva el símbolo de la Redención de la humanidad,
se desbordó su prestigio sin experimentar nunca el menor retroceso.
Desde entonces la Cruz ha pasado a formar parte de nuestras vidas como
el mayor símbolo de bien; de ahí que se haya instalado en nuestra cultura
de forma indeleble. Entre los adornos que se llevan al cuello, casi siempre
de oro, la cruz ocupa el primerísimo lugar, preferida además por los hombres.
Últimamente su uso ha experimentado un incremento enorme como signo
de personalidad recia.
Es que además desde el primer momento la cruz de Cristo se asimiló al
símbolo del Sol, cuya representación más antigua nos viene del remoto Oriente
en diferentes formas, la más simple de las cuales es la de los dos brazos
iguales, vertical el uno y horizontal el otro, cruzándose por su centro, como
la más esquemática representación de los rayos del Sol.
Al tratarse de un Símbolo netamente masculino,
se extendió su uso como nombre propio de varón,
que tuvo un momento de considerable expansión, a juzgar por lo numeroso
del apellido Cruz, procedente del respectivo nombre.
En la actualidad el nombre de Cruz abunda bastante más en los países hispanoamericanos que en España.
Es por tanto un nombre singular, con una extraordinaria carga histórica y simbólica.
Los Cruz celebran su onomástica el 14 de septiembre, fiesta de la exaltación de la santa Cruz.
Aunque algunos, por tradición familiar, la celebran el 3 de mayo,
el jardín de una golondrina