Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa; miro crecer la niebla como el agonizante, y por no enloquecer no encuentro los instantes, porque la "noche larga" ahora tan solo empieza.
Miro el llano extasiado y recojo su duelo, que vine para ver los paisajes mortales. La nieve es el semblante que asoma a mis cristales; ¡siempre será su altura bajando de los cielos!
Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa; siempre, como el destino que ni mengua ni pasa,
descenderá a cubrirme, terrible y extasiada.
Gabriel Mistral
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