La tradición de celebrar el Año Nuevo es casi tan antigua como la humanidad.
Solo cambian de fechas y modo de celebración dependiendo del tiempo y cultura.
Pero en ella siempre se mantiene el espíritu de celebración y la esperanza de que
el próximo año será mejor que el que concluye.
Desde la Psicología entendemos esta necesidad de celebrar el año nuevo
“porque nuestra humanidad está en constante cambio, más bien lo único estable
es el cambio, y desde esta perspectiva, el ser humano necesita cerrar y empezar
nuevas etapas, ciclos, períodos, cumpleaños, aniversarios de matrimonio,
de divorcios, los ciclos naturales de la Tierra como la primavera, verano,
otoño, invierno, De esta manera también necesitamos terminar
un ciclo anual y comenzar otro”, explica la psicóloga de Clínica Dávila,
Leyla Rajab, quien se ha especializado en Mediación Familiar y en Terapia
Conductual Dialéctica, ambos diplomados de la Universidad de Chile.
Más aún, añade, desde nuestra biología se puede decir que todo en nuestro
organismo tiene ciclos, ya sean diarios (como el dormir), semanales,
mensuales, anuales. Los niños terminan una etapa escolar, tienen vacaciones
y comienzan otras. “¿Por qué parece tan extraño que
necesitemos “celebrar” el término de un ciclo y comenzar otro?
Ya que ciertamente, así como tenemos ciclos biológicos,
nuestro organismo también necesita estos cambios de ciclos, vacaciones
y reponerse organísmicamente”, dice.
Desde un punto de vista antropológico, iniciar un nuevo año y
celebrarlo es esencial para nuestra especie. Somos seres gregarios
y necesitamos compartir con otros nuestras emociones, alegrías
y tristezas. Las celebraciones de cambio de ciclo nacen precisamente ahí,
del deseo de compartir un nuevo tiempo, una nueva esperanza
y nueva vida. Si lo vemos desde la perspectiva del hombre prehistórico,
celebrar un nuevo ciclo significa haberle ganado a la muerte,
a las enfermedades, a los animales feroces, a la
naturaleza implacable, porque la lucha por la supervivencia era un tema
significativo del día a día y debía celebrarse la llegada de un nuevo ciclo, que además
solía coincidir con la llegada de la primavera, mejor clima, más alimentos etc