Se ha desnudado de luz el dia
en sombra su color desvanecido,
y sobre el candelabro se ha dormido
la tibia llama qué de noche ardia.
Y así, en esta tiniebla muda y fria,
en carencia de ti, no hallo sentido
ni a este mundo en que vivo sumergido,
ni alma, en lúgubre melancolía.
¿Como puede vivir el ermitaño
en solédad, año tras año,
si a mi ya me bordea la deméncia?
Qué silencio opresor, qué negro estado,
qué puñal penetrante en mi costado,
qué nostalgia de tí, qué dura ausencia.
Francisco Alvarez Hidalgo.