
Enseñar
El modo más elevado de enseñar es enseñar en la forma de perdón. No des sólo lecciones. Ten misericordia, perdona y entonces da la enseñanza. Recuerda las tres palabras: enseñanza, misericordia y perdón. Si tú enseñas mientras estás siendo misericordioso, tus enseñanzas funcionarán. El método para tener misericordia es cultivar los buenos deseos y los sentimientos puros.
Fe
Cuando la base de la fe es fuerte, nada o nadie puede quebrarla. Aunque todos los soportes en los cuales tu fe está basada sean removidos, ella permanecerá inquebrantable. La fe no puede ser quebrada ante las pruebas que surjan ante ti. La fe es más grande que las circunstancias. La fe puede cambiar las circunstancias. Las personas con fe en el intelecto son especialmente amadas por Dios.
Silencio 
Existe una parte en ti que es perfecta y pura. Ella no es tocada por las características imperfectas adquiridas al vivir en un mundo imperfecto. Ella está llena de virtudes divinas, en constante estado de creatividad y bienestar. La total ausencia de conflicto y negatividad hace a esta parte de ti un punto sereno; una profunda y enriquecida experiencia de silencio. Date tiempo a ti mismo y practica llegar a ese lugar interno de silencio. Él traerá beneficio indescriptible.
Desapego
La flor de loto es aquella que tiene sus raíces en el lodo pero mantiene sus pétalos impecablemente blancos. Ella necesita de los nutrientes que están en el lodo para florecer. Esto es desapego: estar consciente de aquello que más desearías abandonar y usarlo eso para crecer. Aquel de nosotros que ahora esté listo es tal vez el mejor profesor que podríamos tener, si fuésemos capaces de ver el nutriente en su presencia.
Meditación
Imagina un diamante, dentro de todas las piedras más preciosas. Si la intemperie le hiciera rodar sobre diversos terrenos, la tierra, la arena y la escoria, cubrirían su real valor. El diamante estaría oculto bajo las capas de impurezas. Nosotros somos diamantes, cuyo brillo se fue escondido tras las marcas del tiempo. Tiempo que nos hace olvidar nuestra verdadera identidad. Meditar es limpiar las impresiones dejadas en la superficie del alma y permitir que resplandezca nuestro propio brillo original.

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