Ahora tampoco Nunca te hablé de mi hecatombe interna, del ominoso desmoronamiento de los muros del alma y su cimiento, de reemplazar el sol con la linterna.
Tu desaparición me desgobierna; galeón sin compás, trémulo intento seguir mi ruta; oscuro el firmamento me niega la polar; no hay vía alterna.
Y me dejo llevar del oleaje, ajeno a dónde aboque mi viaje, insensible a otra voz o disyuntiva.
Ahora tampoco llamaré a tu oído, que, si no sordo, se halla adormecido. Siga mi galeón a la deriva. Los Angeles, 6 de marzo de 2009
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