José Luís Padula, hijo de inmigrantes, nacido en la norteña provincia de Tucumán, incursionó en el tango y en el folclore
.
Su creación de mayor éxito fue el tango "9 de julio", que llevaron al disco innumerables intérpretes. Fue editado en la ciudad de Rosario en 1918 como tango-milonga, sin letra. Bohemio y sin dinero, vendió los derechos de autor en cinco pesos a un señor Trebino, para cobrarlos cuando se editara en Francia por la editorial Salabert. Más adelante, encargó en Buenos Aires una nueva edición a la editorial Perrotti.
Este arquetipo de Buenos Aires, dueño de un extraordinario talento natural, fue un impecable melodista, que sin saber música vivió de ella y nos dejó creaciones que vencieron al tiempo y que hoy son auténticos clásicos del tango.
Pero en ningún otro repertorio instrumental este tango tuvo un rol tan significativo como el de que cumplió, por razones muy especiales, en el de la orquesta de Juan D´Arienzo. De acuerdo con el testimonio de sus músicos, el estilo D´Arienzo –tan característico- nació de una versión improvisada de 9 de julio. Sucedió en 1936 en el chantecler, el cabaret donde actuaban, todavía sin una personalidad muy definida.
Como era costumbre de todos los directores, D´Arienzo llegaba todas las noches al local más tarde que sus músicos: durante las primeras horas, la orquesta tocaba sin él, mientras que las mujeres del cabaret, aburridas, bailaban entre ellas, a la espera de los "visitantes", que lentamente iban poblando el lugar. Durante una de esas rutinarias antesalas, los músicos interpretaron "9 de Julio", que formaba parte del repertorio sin ninguna particularidad en la ejecución. Pero esta vez el pianista, Rodolfo Biagi, por ocurrencia, comenzó a agregarle nerviosos toques, adornos y efectos varios aquí y allá. La innovación –producida por Biagi, quizá, para disipar la abulia del salón semidesierto- no pasó inadvertida entre las mujeres del Chantecler, que lo ovacionaron.
Un rato después, cuando ya el cabaret estaba concurrido y animado, llegó D´Arienzo y la orquesta se preparó para la segunda vuelta de la noche. Las mujeres pedían efusivamente 9 de Julio y Juan se dispuso a complacerlas. Comenzó la interpretación, en la que Biagi, ante la presencia del director, volvió con prudencia a la forma corriente, como si las improvisaciones anteriores hubiera sido la travesura de un pibe. Pero hubo que interrumpir el tango, porque la gente reclamaba que fuera tocado del mismo modo que al comienzo de la velada. D´Arienzo preguntó desconcertado, cómo lo había tocado y entonces Biagi emprendió la versión cargada de adornos y efectos. A partir de ese momento, éstos constituyeron el rasgo fundamental de la personalidad interpretativa de la orquesta de D´Arienzo. Con estos recursos Biagi delineó un aspecto central del estilo D´Arienzo que mas tarde, en 1938, trasladó a su propia orquesta