No te dejes vencer por la apariencia ni por lo imaginado aún mas que por la esencia de las cosas. El prejuicio que uno se elabora muchas veces es más perjudicial que la verdadera realidad cuando toca jugar su papel en la vida cotidiana.
A medida que los seres humanos vamos avanzando en el tiempo y en el espacio, vamos encontrándonos con infinidad de desafíos por sobre los que debemos aprovechar la oportunidad de evolucionar y mejorar en todos los aspectos. Las enfermedades que el ser humano ha ido superando, han sido la oportunidad de cambiar y mejorar. Tomemos cada uno de esos desafíos que atentan contra nuestra estabilidad como una oportunidad para vivir en un mundo mejor.
Nuestra actitud debe estar al frente de la situación y no como subordinada de la misma. Una enfermedad nos llama, no solo a reflexión sino también a la formación de mayor integridad, espiritual, ética, social y física, luego, lo que reflejemos desde nuestro interior se proyectará hacia el mundo con la armonía de la fortaleza en conjunción con la confianza desde el saber y no desde la triste resignación de creerse hojas al viento.
Seamos el viento, seamos el motor, seamos la fuerza y seamos la vida, por nosotros, por nuestros hijos, por nuestros hermanos. Enfrentemos con decisión y prudencia aquellas cosas que nos desafían desde lo desconocido para tomar conciencia de nuestra posición en el concierto universal de la vida y cuando las afecciones que nos aquejan ahora, sean un recuerdo ya, lo será desde un escalón más alto en el que estaremos situados, desde un lugar en el mundo en el que tengamos la satisfacción de haber hecho bien las cosas que teníamos que hacer....
M.A.A.