Estaba un señor en un bar,
y cada vez que el cantinero le servia un trago,
el tipo decía: "Por mi honor,
por mi familia y por mi vergüenza",
y se tiraba el trago.
Esto sucedió varias veces seguida,
a lo que el Cantinero le preguntó:
Oiga, porque cada vez que usted se echa el trago dice:
"Por mi honor, por mi familia y por mi vergüenza"?
Y el tipo le dice: "Bueno, te contaré lo que me pasó."
"Yo soy honrado con una buena familia.
Resulta que el fin de semana pasado,
me quedé solo en mi casa,
pues mi esposa había salido con los niños
a dar un paseo por la ciudad.
Yo tengo un perro Doberman
que se quedó conmigo solo en mi casa.
Yo me estoy bañando de lo más tranquilamente,
con la puerta abierta, y se me cae el jabón,
me agacho a recogerlo, y en eso viene el Doberman
y se me sube en la espalda y me cogió;
como tu comprenderás ahi perdí mi orgullo;
luego llega mi esposa y me ve con el perro,
y piensa que me gusta la relación con el animal,
y ahí perdí mi familia".
A lo que el Cantinero le pregunta:
"Y la vergüenza, cuando la perdió"?
"Oh, cuando el maldito salió corriendo conmigo
y me arrastró por todo el barrio."