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LA NADA EN MI SENTIR
Nada existe en el remanso de la ola retraída, ni su furia, ni su caricia en mi mejilla distraída; nada grita en el silencio que me ensordece, ni su ruido, ni su susurro que siempre languidece.
Nada revive en el clamor del loco enamorado, ni su desgarro, ni su deseo de amar apasionado; nada detiene el reloj que avanza con lento paso, ni el infinito, ni la eternidad que aflora en el ocaso.
Nada brilla en el desliz de una estrella y su fulgor , ni su luna, ni su halo solitario que ora con clamor; nada suaviza la mirada del hombre en su pedestal, ni los abrazos, ni los besos fluyendo en manantial.
Nada resta en la mano que despide a un buen olvido, ni un pañuelo blanco, ni un adiós cierto en todo sentido; nada impide que una lágrima escape hacia el infinito, ni el dolor, ni el gemido fuerte sellado cual negro mito.
Nada entristece en el alma que se concede glamorosa, ni las danzas, ni los vuelos rasantes de la bella mariposa; nada queda después de la pasión en el naciente amanecer, ni la huella, ni la señal de un amor que murió antes de nacer.
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