Había una gran conmoción en la plaza.
Hacía ya un tiempo que había una guerra declarada
entre perros y gatos en la ciudad.
Pero el jefe de los gatos había pasado
ya el límite, le había robado el hueso preferido
al jefe de los perros.
La situación estaba muy tensa.
Esa tarde todos los perros y gatos
de la ciudad se encontraron en la plaza, unos
enfrentados a los otros, listo para dar peles cuando justo
pasó por ahí una tortuga…
En el medio de los dos bandos apareció una tortuga
a la cual parecía importarle
poco lo que sucedía.
-¡Oye tortuga torpe! –gritó el jefe de los perros-
¡sal del medio
si no quieres terminar como los gatos!
-¡Si sal! –gritó el feje de los gatos para no ser menos-
que hoy vamos a demostrarles a esos perros quién manda.
La tortuga que no tenía apuro miró por unos segundos
a los perros, luego a los gatos y contestó:
-¡Son los animales mas tontos que he visto en toda mi vida!
¿Por qué se pelean?
-Y a ti que te importa –respondió el jefe de los gatos-
no es asunto tuyo
-¡Por supuesto que si lo es! –contestó tranquilamente la tortuga
-¿Y por qué lo es? –preguntó un perro picado por la curiosidad.
-Bueno… si entre ustedes se matan no va a ver quien custodie
la seguridad pues no va a ver perros.
Las ratas van a invadir todo y eso va a ser terrible!
-¿Y a ti que te importa eso? ¡Ya no se puede vivir con esos perros pulguientos!
–gritó un gato- que se hacen llamar los mejores amigos del hombre.
-Ustedes también lo son –dijo la tortuga-sin ustedes
habría ratas por todos lados, aparte ustedes no son diferentes.
Todos los perros y gatos se largaron a reír a las carcajadas.
-¿No somos diferentes? –dijo el jefe de los perros- ¡veo que además de ser
una tortuga muy tonta eres ciega!
-¡Oye! Mas respeto conmigo –contestó ofendida la tortuga-
¿acaso ustedes no son animales?
-Si, ¿y? –dijo un gato.
-Unos son caninos y otros son felinos, pero ambos
pertenecen al reino animal.
-¿Y eso qué? Los perros son diferentes a nosotros
–contestó agrandadamente
un gato- por más que sean animales como nosotros
no sirven para nada.
-¡Diferentes eh!, díganme, si se dejaran de pelear e intentaran vivir juntos en paz, cooperando uno con lo que hace el otro
¡los dos se verían beneficiados!
-¡No lo creo! –contestó un perro- los gatos son torpes,
nosotros somos más inteligentes, somos mas evolucionados
y nos llevamos mejor con el hombre.
¡Ellos son interesados!
-¿Por qué tanta discriminación? –preguntó la tortuga-
ninguno es superior al otro, todos somos iguales.
Un bullicio se empezó a generar entre perros y gatos.
Luego de unos momentos el jefe de los perros habló:
-Discriminación decís vos, ¿y por qué no discriminar a los gatos?
Son animales como nosotros pero no son como nosotros los perros.
-¿Acaso porque no sean iguales a ustedes quieren decir
que son peores?
Esa tarde fue inolvidable para perros y gatos de la ciudad.
Se dieron cuenta que el motivo de toda su pelea era porque
uno se consideraba superior al otro y por esa misma razón quería dominar al contrario.
Discriminación, si, porque no es igual a mi.
Desde ese momento los perros y gatos decidieron hacer
las pases y cooperar unos con los otros.
Desde ese momento las diferencias
de uno de otro pasaron a complementarse.
Lo que no tenía uno, lo tenía el otro y viceversa.
Así todos salieron beneficiados por una simple charla
de la tortuga.
A lo largo de la historia los humanos siempre actuaron
como perros y gatos, blancos contra negros,
ricos contra pobres, etc.
Todo por ser diferentes cuando en realidad
somos todos iguales.
¿Quién es tu perro o gato?