Váyase con su olvido
Seguí el camino y tropecé en un muro, llamé a la puerta y respondió el silencio, tendí la mano sin hallar contacto, grité en la noche, devolviendo el eco mi propia voz; y proclamé las glorias de mi pasión, profeta en el desierto. Soy escultura de aire, levantada en su entorno, ofrecimiento de abrazo horizontal, imperceptible, ráfaga en permanente galanteo. Invisible es mi oferta, irrepudiable, si bien en el desván de mi cerebro. Ella no lo percibe, ciega y sorda, como el amor, cuando se va muriendo. ¿Por qué tal frialdad, tanta desidia, si el cielo es tan azul, tan blando el sueño, si canta el agua, el álamo verdea, y los amantes intercambian besos? Sigo las huellas que trazamos juntos, resucito el recuerdo, y afloran en mi piel viejos contactos, de la caricia leve al duro sexo. Mas ella no lo advierte, hojas secas perdidas en el viento cuanto fue para mí rosas fragantes, mi arpa de plata su tambor de hierro. Váyase con su olvido gris y helado, quédeme yo en mi caluroso invierno.
Cantabria, 16 de mayo de 2009
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