La Creación desde la dimensión humana,-
El Sepher Yetzirah y el Génesis establecen que la creación se produce a través de la palabra. La palabra de pase, nuestro nombre de pila y todo aquello que nombramos es un símbolo de nuestra creación humana. Dios habla, dice “hágase la luz” o “arremolínense las aguas”. El ser humano, en su nivel, hace exactamente lo mismo. Un nombre que no hayamos escuchado antes no produce en nuestra mente ningún ideograma, ignoramos lo que es y no imaginamos nada, excepto que lo relacionemos con una creación realizada anteriormente. Si lo que escuchamos ha sido grabado en nuestra mente con anterioridad, enseguida rescatamos de nuestra memoria el significado. Podemos decir que en ese momento creamos. Si ello es así, podemos entender que el ser humano crea cada vez que nombra algo, con lo cual, el acto creador, aunque sea a nivel humano, también está mediado por la palabra. ¿Cómo te llamas? ¿Cómo llamas tú tal cosa?, son preguntas habituales en nuestra actividad cotidiana. Parece que fuera necesaria para nosotros la identificación de las cosas, la etiqueta del nombre. Nombrar las cosas es crearlas. Pero también solemos preguntar ¿Y eso para qué sirve? La respuesta puede ser muy variada: para volar, para escribir, para apoyar, etc. Esto quiere decir que la creación no está completa si no le damos aplicación a la cosa creada, a la cosa nombrada. La función de lo creado está representado por el plano que hemos denominado Assiah.
La primera manifestación de la creación se puede representar con un triángulo, esto es, de la unión de dos causas opuestas y complementarias surge una tercera. A esto le aplicamos la idea de creación, al tres, gracias al cual, nos damos cuenta de que algo se ha creado. Pero esta creación no se completa hasta que la mente humana lo aplica, de ahí que el cuatro sea la función de la cosa creada. Un lápiz que no escribe será otra cosa, una regla que no mida no será una regla, un vaso sin hueco será un pisapapeles, pues el vaso para que sea tal cosa necesita la funcionalidad de vaso, etc. Por tanto, la aplicación de la cosa es el cuarto nivel de creación. De manera que aunque el tres es el símbolo de la creación, es el cuatro el que le incluye dimensión humana, de ahí que se represente con el cuatro la materia.
Los seres humanos creamos a través de varios pasos que apreciamos separados en nuestra perspectiva temporal, pero que desde un punto de vista cósmico están unidos. Si nos referimos a Pensamiento, Palabra y Obra, desde nuestra perspectiva humana están separado en el tiempo, pero desde una perspectiva cósmica todo está ocurriendo en un solo tiempo. Si pensamos construir un barco, la idea es el primer punto del triángulo, luego reunimos los materiales, hacemos el diseño, combinamos, etc.; esto equivale a la segunda punta del triángulo. Por fin tenemos el barco construido, hemos alcanzado la tercera punta del triángulo. Luego ponemos el barco a navegar, con lo cual hemos llegado al cuarto nivel de creación. De manera que pensamiento, palabra y obra se fundamentan en la aplicación que hagamos de lo creado, es decir, en la funcionalidad resultante de nuestra creación. Este efecto o función del pensamiento, palabra y obra la dirigimos hacia nosotros mismos y obtenemos el resultado de nuestra auto-creación. De manera que podemos decir que somos lo que pensamos que somos. También lo podemos dirigir a la relación con los demás, de manera que el resultado social de pensamiento, palabra y obra, estará relacionado ahora con la ética.
En el Sepher Yetzirah la acción del pensamiento corresponde con el plano de emanaciones llamado Atziluth. La acción de la palabra corresponde con el plano de creación llamado Briah. El tercer nivel o plano de la obra está relacionado con la formación y es llamado Yetzirah. Y el cuarto plano, el de la función de la cosa o efectos de la aplicación humana lo llamamos Asshiah. En todos los niveles hay una sustancia impregnada, el En Sof o Sabiduría Infinita.
Continuamente estamos visualizando o pensando ideas de manera consciente o inconsciente, a veces de forma positiva y otras negativa. Si tenemos una quemadura en la mano, en vez de visualizar la mano sin quemadura, nos centramos en el problema, en la quemadura, lo cual desencadena los pasos de la creación que en este caso es negativa. Si estornudamos o nos pica la garganta, no nos centramos sólo en el hecho sino que creamos un estado febril al pensar “me voy a poner malo”. Esto que parece del día a día, es la forma en cómo los humanos creamos situaciones inconvenientes para nosotros mismos, pues desde que hay un pensamiento hay creación, el pensamiento es el uno, el sentirse enfermo es el cuatro. Si tuviéramos esto presente, tendríamos que utilizar nuestro pensamiento de manera constructiva y conveniente para nosotros mismos y para los demás. Cuando uno observa algo debería centrarse en el hecho sin adelantar acontecimientos, y en todo caso, crear un pensamiento positivo en el mismo momento. Si usted estornuda diga estornudé, no diga me voy a poner malo.
En el cósmico no existe pasado, presente o futuro, allí todo está siendo, de manera que los pensamientos positivos desencadenarán los pasos de la creación positiva que en cada momento podemos formular. Si usted tiene un problema, visualice la solución, nunca se centre en el problema, éste ya existe, está creado, ahora le corresponde crear la solución, por tanto no siga alimentando lo ya existente, cree, recree lo que desea.
Otra cosa a tener en cuenta es la relación entre creer y crear ¿Se da cuenta de todo lo que nuestra mente humana está creando a través de nuestras creencias negativas? Si usted cree en el diablo o en cualquier cosa que le asusta, si usted cree que es incapaz de realizar cualquier cosa o si tiene alguna creencia de que alguien le puede hacer daño, etc., usted con su creencia está creando hasta el nivel cuatro, el de la función o efecto de la creación, lo cual recae negativamente sobre usted. Prácticamente toda la existencia es un acto de auto-creación. Por tanto, lo primero que hay que hacer es quitarse de encima todas las creencias negativas, reeducarse hasta el punto de aceptar que sabe o no sabe, y nunca aceptar a priori algo cuyos efectos sean negativos para nosotros o para los demás.
A una mente racionalista le parece absurdo que una persona se postre ante una imagen de madera o escayola y le pida que cure a su hijo o que le saque de una situación incómoda. Si esta actitud de ruego no plantea contradicción, es decir, si se hace la petición con fuerza y sin dejar paso a la duda de que aquello no es realizable, el efecto o función de la cosa se crea. El problema está en que la persona que pide crea lo contrario a lo que desea, es decir, le pide a la imagen que cure a su hijo y en el mismo momento está pensando que ella o él no se merecen lo que está pidiendo. Hay que pedir pensando que aquello ya está hecho, y sin dejar paso al pensamiento contrario a lo que se pide. El pensamiento es una fuerza creadora potente, y siempre va a crear, en un sentido o en otro. Crea cuando se pide con fuerza y determinación, y crea cuando se piensa que no se merece lo que se está pidiendo. Siempre crea, estando el resultado, la función, en consonancia con lo que se pensó.