El Camino, la Verdad y la Vida.-
El término camino parece referirse a un método, una vía o sendero de progreso y auto realización. Varias vía místicas y religiosas han usado esta denominación a pesar de su distancia cultural. En otras ocasiones encontramos la palabra camino como sinónima de ley, por tanto, es como una admonición que nos invita a su cumplimiento en lo que al órden ético y espiritual se refiere.
En otro órden tenemos los signos externos de este caminar que recuerda nuestro paso por el crisol de la vida. Cada religión tiene su peregrinar a un sitio que consideran sagrado y que recorren los creyentes que como peregrinos van dejando tras de sí el lastre que les impide avanzar. Descargando peso a medida que caminan, se acercan al último tramo y cuando el camino les ha hecho de purga se encuentran preparados para la entrada en el Templo. Este andar con las experiencias del camino parece representar nuestra vida misma, pues hemos salido del seno del Padre y ahora viajamos a través del tiempo hasta unirnos de nuevo con Él.
Muchos avatares relacionan el camino con el método para el despertar de la conciencia. Algunos añadieron a la palabra camino la de verdad, pero solo el más grande de los maestros, como Cristo resucitado dijo, según San Juan XIV, 6: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mi”.
En griego calle, camino o vía se dice “odo”, sufijo que al unirse al prefijo “meta” crea la palabra método, de manera que su significado de “ir más allá” y que literalmente se traduce por “llegar a buen fin”, parece indicarnos que el camino es el método de auto realización. Cuando algunas iglesias dicen “camino de salvación”, quizás no están dándose cuenta del alcance de tal afirmación. La palabra salvación es equivalente a restauración, restitución, reintegración, auto realización y a otras similares, y están aludiendo al despertar de la conciencia del ser humano como requisito para realizar la Unidad por experiencia. Por tanto, camino indica acción.
El misticismo cristiano primitivo destacó mucho la existencia del sendero, o como dice la Biblia, el camino. En aquellos tiempos destacaba más el aspecto místico del cristianismo que lo que después conocimos como ortodoxia. Para los místicos cristianos de entonces, el camino se constituyó en algo más que una simple expresión. En la Biblia encontramos ciertas alusiones que nos hace pensar que el camino era una escuela o un grupo místico liderado por San Pablo. Se dice que este grupo fue perseguido a pesar de mantenerse en el más estricto secreto. En la obra referenciada hay una alusión a un incidente entre Pablo y el gobernador Félix. Lo pueden encontrar en el Libro de Los Hechos de San Pablo, y dice así: “Si hallarais a alguno en el camino, sea hombre o mujer, traedlos a Jersualem”, y en el mismo libro leemos: “…Y entonces surgió no pequeña conmoción acerca del camino”. Otra referencia la encontramos en Mateo VII, 13, en cuanto a caminos opuestos se refiere: “Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; más, qué estrecha la entrada y angosto el camino que lleva a la Vida. Y son pocos los que lo encuentran”. En el Antiguo Testamento también hay más de una referencia al camino. Tomamos el Salmo 19 que comienza así: “Dichosos los que van por camino perfecto, los que proceden en la ley de Dios”. Este y todos los demás versículos de este salmo, relaciona el término camino con el término ley, dando a entender que el que observa la ley se encuentra en el buen camino. Veamos también lo que dice Maimónides sobre el camino: “El término “halak” (caminar), es también una de las palabras que denotan movimiento de los seres vivos, como en ‘Y Jacob se fue por el camino, y saliéronle al encuentro ángeles de Dios’ (Gn. XXXII, 1). Luego el verbo ir se empleó para indicar el movimiento de cuerpos menos densos: ‘Y el fuego caminó sobre la tierra’ (Ez. IX, 23). Después se empleó para indicar la expansión y manifestación de algunas cosas incorpóreas, y significa unas veces la manifestación de algo espiritual, y otras, la ausencia de protección divina que se aleja a la manera de un ser vivo, que se va caminando. Más tarde, la expresión caminar fue aplicada a la conducta que concierne solo a la vida interior y no ha menester movimiento corporal, como en los siguientes lugares de la Escritura: ‘Y tú andarás en sus caminos’ (Deum. XXVIII, 9). ‘Venid y caminemos a la luz del Señor’ (Is. II, 5)”.