Qué pasará con los niños pobres de Puerto Rico?
viernes, 31 de julio de 2009
Bárbara J. Figueroa Rosa / Primera Hora
Luisito está en tercer grado y
apenas sabe leer y escribir. Su madre, la jefa de la familia, no tiene
tiempo para repasar sus tareas, pues tiene que atender a su hermanito y
trabajar a tiempo parcial en un supermercado para llevar el pan a su
casa. Luisito siempre anda limpiecito, pero en su casa no hay lujos.
Tampoco pasa hambre, pero la mesada que llega a su hogar no alcanza
para comer nutritivamente. Sin embargo, la mayor angustia de su mamá
surge cuando él o su hermano se enferma, pues ninguno tiene seguro
médico.
Luisito es un personaje
ficticio,
pero su historia simboliza la situación que atraviesan los
535,000 niños que actualmente viven bajo los niveles de pobreza en
Puerto Rico, según el informe Kids Count 2009, publicado por la
Fundación Annie E. Casey y el Consejo Nacional de La Raza, la
organización hispana de derechos civiles y acción política más grande
de los Estados Unidos.
Según los datos, la tasa de pobreza
infantil en la Isla, donde se calcula que viven un millón de niños, es
de un 55%, cerca de tres veces la de los Estados Unidos (18%). Esto
quiere decir que residen en hogares donde hay un ingreso por debajo de
los $21,000, en una familia de cuatro miembros.
La
cifra es alarmante si se toma en consideración que este factor
contribuye a que se desarrollen otros indicadores de riesgo que también
fueron evaluados en el informe y en los que se destaca que el 15% de
los adolescentes, entre los 16 y 19 años, opta por no asistir a la
escuela ni trabajar. Otros datos ofrecidos apuntan también a que en
nueve de los 10 indicadores claves para el bienestar de la niñez, los
niños y adolescentes boricuas enfrentan niveles mayores de riesgo que
en los 50 estados de Estados Unidos.
Y aunque la pobreza local es
calificada como “urbana” y es distinta a la pobreza de miseria que
enfrentan otros países como Haití, la situación es preocupante, en
particular porque atenta contra el desarrollo de estos pequeños
ciudadanos.
“Tal vez nuestros
niños no se mueren de hambre, pero comen mal. Tienen la oportunidad de
ir a la escuela, pero no aprenden destrezas básicas de lectura,
escritura y aritmética. Y lo que es peor, si se enferman, no tienen
seguro médico para curar sus males, pues en Puerto Rico sobre 500 mil
personas carecen de plan médico”, reflexionó el sociólogo y salubrista
Salvador Santiago.
De primera intención, no hay fórmulas mágicas para erradicar el problema, pero sí hay esperanza.
“Es
cuestión de que haya una transformación social. Nos tenemos que mirar
como sociedad y reinventarnos para asumir un rol en defensa de nuestro
pueblo”, sugirió, por su parte, la secretaria del Departamento de la
Familia, Yanitsia Irizarry.
Ambos coincidieron en que
cualquiera que fuera el plan inicial debe alejarse de cualquier
trivialidad política y concentrarse en el desarrollo de las familias
como la institución más importante de la sociedad.