Temblores
Desenreda, mi amada, los temblores,
como al viento el pinar se desenreda;
si una caricia en cada rama queda,
en tu ramaje anidan mis amores.
Los temblores, mi amada, sin temores,
querer sin miedo, como quien se hospeda,
desarropada de algodón y seda,
entre el escalofrío y los ardores.
Avanza como el aire, abierto y puro,
cada pezón rosado erecto y duro,
en manos y ojos juvenil aplomo
con el temblor rojizo del deseo;
entre tus vibraciones te sondeo,
y sobre tu desmayo me desplomo.
Los Angeles, 19 de enero de 2005