AL AMOR.
Te escribo porque tu nombre tan chiquito mueve al mundo. Esa palabrita mágica se entreteje en toda la extensión de la vida para que ésta pueda realizarse.
Es la palabra del misterio, del poder, de los sueños, de los heroísmos y de los milagros.
Ponme sol en la piel y vuelo en la sonrisa. Derríteme las espinas y levántame los gajos.
Lléname de tierra buena esas puntas de raíces secas que se me salen a veces. Y trénzame a tu vida, aunque anudarme sea con dolor.
Si me desamarro, me sentiré débil, lejana, desprotegida. Seré cántaro sin medida, gaviota sin vuelo, flor al viento, sin raíz. Andaré suelta, resbalándome entre lágrimas. Me romperé como la ola, en días sin sentido y noches de vacio.
Siémbrame en lo mejor de tu vida. Envuélveme en el manto de tu ternura. Cubierta por tu amor, quiero jugarme la piel y la vida.
Como una promesa, como un gorrión que vive entre tus manos y cuando lo calientas se estremece y canta.
A/D.
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