Fue la lucha, tu vida y tu elemento; la fatiga, tu descanso y calma; la niñez, tu ilusión y tu contento, la que al darle el saber le diste el alma.
Con la luz de tu ingenio iluminaste la razón, en la noche de ignorancia. Por ver grande a la Patria tu luchaste con la espada, con la pluma y la palabra.
En su pecho, la niñez, de amor un templo te ha levantado y en él sigues viviendo. Y al latir, su corazón va repitiendo: ¡Honor y gratitud al gran Sarmiento! ¡Honor y gratitud, y gratitud!
¡Gloria y loor! ¡Honra sin par para el grande entre los grandes, Padre del aula, Sarmiento inmortal! ¡Gloria y loor! ¡Honra sin par!
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