¿Es verdad eso de los espíritus?
Hay doctrinas que fomentan la existencia de los espíritus y mucha gente con diversidad de puntos de vistas y mentalidades respecto al tema propuesto manifiestan sus creencias y sus especulaciones. Para unos la existencia de entidades desencarnadas parece plausible, sin embargo, podemos observar mucha superstición que añaden ideas descabelladas a la posible existencia. En esta creencia también hay mucho de temor, pues algunos piensan que creyendo en esta posibilidad, los tales espíritus no se ensañarán con ellos. Desde el punto de vista místico, cuando uno pasa por la transición, la conciencia profunda o cualidad del alma sigue existiendo, y no se encuentra otra diferencia que la envoltura del cuerpo entre un ser encarnado y otro desencarnado. Pero en ningún caso se le atribuye a un desencarnado las acciones que le achacamos a lo tales espíritus como abrir puertas o encender luces. Es posible que algunos fenómenos estén más relacionados con los vivos que con los muertos. Hay personas que hablan de los espíritus como los responsables de respuestas a cuestiones o como la presencia de un guía que actúa en curaciones, escritura automática u otros efectos.
Muchas veces confundimos las naturales intuiciones que tenemos con presencia externas a nosotros, esto es debido a la poca consideración que nos tenemos a nosotros mismos y a la educación recibida de que todo viene de afuera. Estos son los espíritus benefactores que nos resuelven situaciones.
Descartes, médico y filósofo (1596-1650) en sus Meditaciones Metafísicas expone como espíritus lo que la ciencia de hoy llama sinapsis, esto es, el paso de la corriente nerviosa de una neurona a otra o de la célula al órgano. Dicho de manera simpática, expone la relación que existe entre el dedo gordo del pie y el ojo. Si a uno lo pisan, los espíritus contenidos en el dedo gordo, al disponer de menos espacio se agolpan en la salida y suben por la pierna hacia arriba. Cuando llegan al ojo se derraman por presión (lágrimas).
En el siglo XVI, todos los misterios del organismo eran referidos a espíritus, y no fue hasta los estudios de Ramón y Cajal que se pudieron establecer las bases científicas para los fenómenos de la neurotransmisión, a pesar de que el conocimiento de los neurotransmisores aún vino mucho tiempo después.
De la misma forma, hoy continuamos confiriendo a los espíritus los fenómenos que no entendemos. Esperemos que la ciencia aleje a los espíritus de la acción y efecto de muchas cosas igual que ha sido alejado Dios de los fenómenos naturales. Uno de estos fenómenos se deriva del juego de Ouija, un tablero con números y letras con un vaso invertido y empujado por los dedos índices de dos operadores. Éstos hacen preguntas y el vaso, empujado de manera involuntaria se va desplazando entre la letras y armando una respuesta. Los operadores juran que ellos no mueven el vaso. Pero ninguno de los que han practicado este juego que achacan a espíritus, lo han realizado con electrodos pegados a sus brazos y dependientes de un electromiógrafo. Este aparato registra movimientos imperceptibles del músculo que ni el mismo operador se da cuenta que lo está ejerciendo. Hay muchos fenómenos producidos por nuestra propia mente de manera inconsciente, pero es más fácil asombrarse y decir que son espíritus ajenos a nosotros que decir que somos nosotros mismos. Esto se debe a la incomprensión, a nuestro propio desconocimiento de nuestras facultades.