Y ahí estabas tu, dulce despertar, Iluminando mi sueño, con una bella sonrisa, Musitando la delicada melodía de tu corazón, Derramando soles y estrellas, Destellando en la penumbra de este cielo mío, Resplandeciendo hasta el infinito, En mi alma dormida en tu regazo, Arrullada por tu corazón bendito, De amores e ilusiones, Que brillan ante mis ojos nublados Por una lagrima escondida, Que se desliza suavemente, Hasta tu tierna mano, Que acaricia mi rostro endurecido, Por el esfuerzo de no llorar. Tus bellas palabras me han enternecido, Y ahora estoy como una niña en la ventana, Mirando la lluvia caer sobre el jardín, Un sentimiento inconmensurable me estremece, Un sentimiento que me deja sin aliento, Mi corazón se agiganta en mi pecho, Repitiendo tu nombre en cada latido, Te llamas ternura, te llamas candor, Te llamas dulzura, te llamas amor.