El ser humano tiene la tendencia a sabotear su propia felicidad, y una de las maneras más comunes y efectivas es la de buscar la más mínima imperfección hasta en los escenarios más hermosos.
Entramos en un museo de arte y empezamos a recorrer la galería donde se exponen una decena de cuadros, colgados en línea, uno al lado del otro .De pronto encontramos un espacio vacío en la pared, entre dos obras. Nunca saltearemos el lugar vacío simplemente ignorándolo, al contrario, nuestra atención se dirigirá tenazmente a ese lugar vacío, el “ocupado” por el cuadro faltante. En psicología se habla de la presencia de lo ausente.
Por supuesto que nuestra vida es una galería de arte, y recorriéndola encontraremos siempre el hueco de algunas cosas faltantes. Más aún, cuando no falte nada quizás inventemos la obra que podría estar allí para mejorar lo que se ve…
Todos somos capaces de imaginar una vida más perfecta, lo destructivo en todo caso es que ese imaginario sea utilizado para fabricarnos un argumento que nos condene a vivir pendientes de lo que falta