Los humanos celebramos a las mujeres que nos dieron todo con el hecho de concebirnos y parirnos al mundo
Para las madres que festejen su día...y para las madres de todo el mundo...
El amor hacia una madre no tiene color de piel, ni fronteras que cruzar, ni distancias que recorrer. Es un sentimiento que se arraiga en tu corazón igual como el árbol echa sus raíces en la tierra, igual como la flor venera al sol, igual al encuentro entre el cielo y el mar. Una madre es lo más sagrado que pudo crear Dios, después de Él mismo, es nuestro mejor Angel de la Guarda, nos cuida desde antes incluso de nacer y a medida que crecemos, sigue nuestro curso por la vida con el mismo primoroso cuidado y al final al expirar es en sus brazos donde nos sentimos en paz. Los 365 días del año son especiales, por tener a nuestra madre en nuestro corazón. En este Día de la Madre, hagámosle un especial homenaje a nuestras madres queridas.. LLena tu corazón de ese amor tan tierno y nada egoísta. Estas palabras están dedicadas a todas las madres del mundo, las del pasado, presente y futuro, especialmente a mi mamá... son una bendición para nuestros espíritus.
Dios te hizo… Con la fragilidad de la rosa y al mismo tiempo con la fuerza de la espina para defender tu color y tú perfumada esencia. Te dio brillo de estrellas en tus ojos. Y el calor de sol en tu corazón para proyectar tu amor. Con el infinito universo de tu mirada. Te hizo tierra fértil para que sembraras vida, en las profundas raíces de tus entrañas. Te hizo mujer y te hizo madre… Y fue tanta la perfección de su obra. Que Dios mismo… se arrodilló para besar tus pies. Y quiso volver a nacer para tener una. Te dio vida y luz para que iluminaras nuestro camino. Para la mamá más buena, cariñosa y simpática que hay bajo las estrellas.