Por Ánkar Brito Lozada
Si usted va por la calle y lee un aviso que dice: ‘vendo bluyines de marca’, seguramente pensará que la persona que lo escribió tiene la peor ortografía del mundo. Pero no es así, debido a que en la edición del 2001 del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) esas palabras y muchas otras fueron aceptadas y pasadas al español. Tal es el caso de bluyín y yin, que reemplazan a los términos en inglés bluejean y jean.
Casos como estos siguen creciendo, pues el diccionario de la RAE se actualiza cada tres meses. Es decir, agrega significados, rectifica definiciones e incorpora palabras nuevas, pero también quita términos que no han sido aceptados por el público, como el ejemplo de la palabra ‘yazz’, incluida en la versión de 1992, que después fue eliminada porque las personas se negaron a utilizarla.
Lo mismo pasó con el término tur, por lo que tocó seguir escribiendo tour en francés, a pesar de que sí están aceptadas palabras de esa misma raíz como turista y turismo.
Esto quiere decir que probablemente, la gran mayoría de hispanohablantes no conoce cuáles son los nuevos términos que se pueden emplear y cuáles no están aceptados.
Según Fernando Ávila, escritor de gramática y experto en redacción periodística, quien estuvo recientemente en la ciudad, uno de los principales criterios que tiene en cuenta la RAE para incorporar palabras al lenguaje español es el uso culto, que se refiere al empleo de términos en los periódicos y revistas, pues estos medios son los que más siguen las reglas del lenguaje.
Pero el criterio de la Real Academia va mucho más allá de si se usa o no una palabra; es entonces cuando se preguntan qué tan necesario es aceptar cierto término o extranjerismo. Tal es el caso de hobbie, la cual ya había sido reemplazada por pasatiempo, pero está siendo revaluada porque ahora hasta en revistas se emplea.
Otro punto que se tiene en cuenta para aceptar una nueva voz es la morfología —estructura de las palabras—.
“La RAE analiza si la morfología de cierta palabra se parece a la del español. Si comienza por ‘s’, no puede pasar así al español, pues en nuestra lengua no hay ‘s líquida’ y se le hacen modificaciones, como es el caso de stand, que pasa a estand”, explica Ávila.
Las nuevas tecnologías también influyen en la modificación de la lengua española, ya que muchas de las palabras que se incorporan vienen del inglés, y éstas a su vez son producto de las nuevas tecnologías como ‘cederrón’—CD rom—, web e internet, asegura el escritor.
Según Ávila, lo curioso es que esas nuevas palabras en inglés viene del latín y del griego, lo que las hace más adaptables a nuestro idioma, de esta forma se acercan más las dos lenguas.
Esto también genera más cognados— término que se utiliza para denominar a una palabra de una lengua ‘X’ que guarda cierto parecido y comparte significado con una palabra de una lengua ‘Y’— como sándwich, cuya palabra es la misma en inglés, pero la diferencia es la tilde, o como córner, en la que el caso es igual.
Los costeños hablan bien
Según el escritor Fernando Ávila, los mejores exponentes de la lengua española en Colombia son los costeños, porque en esta región se cultiva muy bien el idioma. “Es un mito que el costeño sea mal hablado, pues hay un uso muy cuidado del lenguaje. Por ejemplo, en Cartagena hay un excelente empleo de la s. Y tal vez sea de las mejores pronunciaciones del mundo hispanohablante”.
Además, afirma Ávila, de esta región salieron los mejores cultores como Gabriel García Márquez, Alonso Sánchez y David Sánchez Juliao, entre otros.
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