Siempre me gustaron las rectas,
tan correctas ellas, tan exactas.
Con rectas aprendí que podrían construirse
los más disímiles cuerpos geométricos,
un cubo, una pirámide y hasta una casa.
Tuve una madre muy recta y recto maestros,
al final, mi desviada adolescencia acabo rectificando.
Llegué a ser, lo que se dice ,un hombre recto;
listo para el matrimonio.
Todo fue bien hasta que llegaste tú.
Nadie me había dicho que la recta es solo un pequeño trozo
de curva y que lo importante era saber cuándo cambiar de dirección.
No me hablaron de espacios ,ni de las órbitas ni de caderas
que tuercen hasta el más recto de los hombres, ni de esos volcanes apezonados, en cada restos.
Estoy a punto de quedar solo en este mundo porque mi
rectitud me impide orbitar, claro; no es posible dar vuestras a un corazón rectilíneamente
Ya ves, mujer de claras curvas, que estos aguaceros de disculpas no son más que discontinuidades de estas restas mías que han tenido que aprender a borrar algunos trozos
para trazar a su gusto alguna que otra imperfecta flor.
Emilio Montemayor
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