ORACIÓN I
¡Oh bienaventurada y amable Santa Lucía!,
universalmente reconocida por el pueblo cristiano como especial y poderosa
abogada de la vista; llenos de confianza a ti acudimos pidiéndote
la gracia de que la nuestra se mantenga sana y que el uso que
hagamos de nuestros ojos sea siempre para bien de nuestra alma,
sin que turben jamás nuestra mente objetos o espectáculos peligrosos,
y que todo lo sagrado o religioso que ellos vean se convierta en
saludable y valioso motivo de amar cada día más a nuestro
Creador y Redentor Jesucristo, a quien, por tu intercesión,
oh protectora nuestra, esperamos ver y amar
eternamente en la patria Celestial. Amén
ORACIÓN II
Oh Dios, nuestro Creador y Redentor, escucha nuestras plegarias con
misericordia al venerar Tu sierva Santa Lucía, por la luz de la fe que
derramaste sobre ella. Con Tu bondad, danos la capacidad de aumentar
y preservar esa misma luz en nuestras almas, para que podamos evitar el mal,
hacer el bien y aborrecer la ceguera y la obscuridad producto del mal
y del pecado. Confiando en Tu bondad, Oh Dios, humildemente te pedimos,
por la intercesión de Tu sierva Santa Lucía, que nos brindes perfecta visión
a nuestros ojos, para que puedan servir a Tu honra y gloria, y por
la salvación de nuestra alma en este mundo para gozar de la luz perenne
del Cordero de Dios en el Paraíso. Santa Lucía, Virgen y mártir,
escucha nuestras plegarias y atiende nuestras peticiones. Amén.
ORACIÓN III
Santa Lucía, que de la luz recibiste tu nombre,
a Ti confiadamente acudo para que me alcances la luz celestial
que me preserve del pecado y de las tinieblas del error.
También te imploro me conserves la luz de mis ojos,
con una abundante gracia para usar de ellos según la voluntad de Dios.
Haz, Santa Lucía, que, después de haberos venerado
y haber agradecido este ruego, pueda finalmente gozar
en el Cielo de la luz eterna de Dios.
Así sea.
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