La navidad es un tiempo que provoca sensaciones muy distintas entre los seres humanos pero, de algún modo, humaniza a esos seres. Lo que está claro es que a nadie le deja frío. Puede provocar tristeza por una navidad pasada que fue mejor, por la lejanía de los seres queridos o por la alegría descontrolada de los niños que tú no puedes compartir. También puede despertar alegría por rencontrarse con algún ser querido que hace tiempo no ves o alegría también en una familia que disfruta de la primera navidad en una nueva vida que ha despertado este año. Los centros comerciales también viven su navidad intentándonos convencer de que la crisis no existe pero lo cierto es que cada año veo menos lucecitas por mi ciudad... Lo cierto es que sería bueno aprovechar estas fechas para sentarse a pensar en hacer algo bueno por alguien, rencontrarse con aquel pariente lejano o volver a hablar con un amigo que todavía no has perdido del todo, sería bueno y quizás es utópico pero hoy os quiero contar una pequeña anécdota que me sucedió el año pasado. Era el veintitrés de diciembre cuando paseaba solitario por "la ribera opuesta del Ebro" en el barrio del Arrabal cuando vi brillar en la lejanía el faro de La Seo, encendido como queriendo guiar a los barcos perdidos de la ciudad nocturna. Al tiempo escuché una fuerte campanada que venía del Pilar y, en ese momento, no me pregunten porqué imaginé la cara sonriente de Jimmy Stewart en "¡Qué bello es vivir!" y recordé que un ángel había ganado las alas. Volví a la ciudad. Recordé también que, ciertamente, es muy bello vivir y que me importa un pimiento si todo eso es mentira porque yo seguiré creyendo en Frank Capra. Después de todo lo único que nos queda son los sueños. Feliz Navidad a todos los amigos
(De la red)