PALADIN
Este cuento sucedió hace un tiempo pero en realidad no fue hace mucho.
Había una vez un hermoso bosque encantado que se extendía hasta los confines del mar.Estaba poblado por hercúleos árboles centenarios
y en uno de ellos habitaba nuestro protagonista: Un pájaro único en su especie… el Rodriseñor.
Su mejor cualidad era que cantaba como los ángeles, cuando su pico emitía gorgoritos expulsaba una dulce melodía que hasta las nubes mas negras desaparecían para dar paso al sol radiante que acudía como el mas atento espectador.
Un día vagaba el ave muy alejada de su nido por el frondoso bosque cuando se topó con un castillo de piedras calizas blancas.Se posó como un airecillo ligero en el poyete de una ventana, contempló a través de las vidrieras de plomo a una triste y melancólica princesa que había convertido su vivienda en su aislado territorio.
El alegre pimpollo adivinó el estado de ánimo y arrancó a gorjear sus más brillantes y asombrosos acordes para llamar la atención de la afligida muchacha.
La princesa al escuchar aquel prodigio comenzó a despertar de su depresivo letargo invernal provocando chispas de ilusión apagadas en su memoria.
El Rodriseñor se aficionó devotamente a aquella ventana y lloviera o tronara no había día que no acudiera a su cita con la princesa resucitada.
Una extraña jornada el pájaro se ausento por algún desconocido motivo, cuando regreso de nuevo la princesa se encontraba de muy mal humor.
Esto causó efecto en el ave nerviosa cantarina desafinando como nunca en las notas más simples y sencillas .Aquellos años en soledad y aburrida habían transformado a la princesa en un persona arisca y esquiva.
Expulsó al sociable pájaro con malas formas encomiando a que no acudiera más a su ventana pues su forma de cantar ya no le gustaba.
El pajarillo levantó el vuelo, la princesa por su asolado pasado tenía una coraza fría y dura como el acero .Sin embargo a aquel volador del cielo le encantaba aquella olvidada chiquilla de todos y abandonada entre internos y gruesos muros.
Se retiró a no agobiarla durante semanas hasta que una mañana por su árbol se cruzó otro pajarillo que le informó que la princesa mal respiraba pues le faltaban ganas de vivir y aire que tomar.
El Rodriseñor se dirigió veloz al castillo nada mas llegar con el pico tentó la ventana.
Una débil princesa abrió las puertas y en silencio erizada, atendió el canto hermoso con que el pájaro le insufló oxigeno en su cuerpo y alma .La joven mujer de emoción lloró y de sus labios con palabras le agradeció: Gracias pajarillo divino, con tu melodiosa voz has arrojado de mi interior mis mas funestos pensamientos ahora puedo respirar a pleno pulmón.
El Rodriseñor para sorpresa de la princesa por esta vez habló: Acudo allí donde personas tan tristes o mas que tu me reclaman, no cuentes nunca a nadie que tienes un amigo pajarito que te cuenta y canta todo lo que debes saber para que seas feliz, guárdame este secreto como yo te tengo escondida en mi corazón.
El ave silbó con elegancia y se marchó volando muy alto, ella sabía que volvería siempre que lo necesitara.