Nuestras actitudes en todo lo que pensamos, decimos y hacemos,
repercutirán siempre en nuestra actitud emotiva, por ende
con quienes interactuamos. Cuando un ganador comete un error,
dice: Yo me equivoqué
Nuestras actitudes en todo lo que pensamos, decimos y hacemos,
repercutirán siempre en nuestra actitud emotiva, por ende con quienes
interactuamos.
Cuando un ganador comete un error, dice: "Yo me equivoqué",
y aprende del error.
Cuando un perdedor comete un error, dice: "No fue mi culpa".
Un ganador trabaja fuerte e inteligentemente, y aún así tiene más tiempo.
Un perdedor está siempre muy ocupado para hacer lo que es necesario.
Un ganador enfrenta, razona y supera el problema.
Un perdedor le da vueltas y nunca logra pasarlo.
Un ganador se compromete y actúa en consecuencia.
Un perdedor hace promesas pero no actúa y saca disculpas para
no hacerlo.
Un ganador dice ante una tarea concluida:
"Soy bueno, pero puedo hacerlo muchísimo mejor".
Un perdedor dice:
"Yo no soy tan malo como muchas otras personas".
Un ganador escucha, comprende y responde pro activamente.
Un perdedor sólo espera hasta que le toque su turno para hablar
y es reactivo a lo que los demás dicen.
Un ganador respeta y escucha a todas las personas
y aprende de ellas.
Un perdedor se resiente con los que saben más que él
y trata de encontrarles sus defectos.
Un ganador se siente responsable por algo más que su trabajo.
Un perdedor no colabora y siempre dice: yo estoy cumpliendo
con mi trabajo.
Un ganador comparte este mensaje con sus amigos.
Un perdedor lo guarda sólo para sí mismo.