El tiempo transcurre sin rastros visibles, sólo nos recuerda que nuestra esencia vive y que las horas se transformarán en capullos que se abrirán cuando sean besados dulcemente.
Recuerdo los instantes de ternura infinita, tu sonrisa conquistadora en mi cielo lejano; con que ganas correría a tus brazos mi amor, pero el silencio invade la estancia ya vacía.
Te extraño como se extraña la suave brisa, te imagino en mis noches calladas y negras; terciopelo suave sería el manto enamorado que yo rozaría con mi palma abierta en tu piel.
Este amor todo lo soporta porque somos uno, enamorados hasta donde el horizonte llega; mimetizándonos en cada núcleo vital y viable, conduciendo esta gran pasión con total entrega.
Quiero decirte que jamás dejaré de amarte, aunque el mar se resista en sus oleajes firmes, aunque las estrellas no brillen con suave fulgor, nuestro amor será siempre... ¡tu razón y mi razón!