Cuando tengas una pena
refúgiate en lo hermoso de la vida.
Vive una mañana con alegría
al despertar pensando
que algo mejor nos ha de llegar.
Transforma la tarde, placentera, con tus risas;
dándole a cada cosa el color perfecto.
Espera la noche con la esperanza
que la otra mañana será aún mucho mejor,
diciéndole gracias a Dios.
Porque cada mañana pasada,
cada tarde vivida
y cada noche soñada
te haya hecho aminorar tu pena
con una gran sonrisa a la vida.
Esa, nunca se agota;
siempre y cuando del corazón te brote
para hacer, una vez más,
que siga viva la fe
para poder enfrentar
todos los grandes retos.
Todos esos escollos
que como prueba la vida nos da.
Sonríe siempre,
pues ésa será el arma poderosa
para ganar tus grandes batallas
en esta vida...