Aquel entendimiento que callaba
tiene toda la voz que no tenía,
y aquella voluntad que estaba fría
tiene todo el calor que le faltaba.
Aquel entendimiento que ignoraba
tiene la ciencia de que carecía,
y aquella voluntad que no quería
tiene el deseo que necesitaba.
Porque para que el uno se levante
del sueño en que vivía sumergido
es suficiente con que yo te cante.
Porque para que aquella no se muera
de la muerte que hubiera padecido
es suficiente con que yo te quiera.
Bernárdez