Pedro había estado bebiendo casi todo el día en el boliche, cuando el mozo le dijo que ya era hora de cerrar. Trató de levantarse, pero se cayo de cara al suelo, probó nuevamente, pero el resultado fue el mismo. Entonces decidió arrastrarse hasta la vereda, respirar un poco de aire fresco, con la esperanza que después de unos minutos se le pasara un poco la curda. Esperó un poco y trató de levantarse, esta vez, se dio un golpe bárbaro, entonces decide arrastrarse hasta su casa, que estaba solamente a unos doscientos metros del boliche, cuando llega a la casa, completamente cansado, trata nuevamente de levantarse, pero el resultado fue siempre el mismo, se volvió a caer de cara al suelo. Entra a la casa, se arrastra hasta el dormitorio, y cuando llega al borde de la cama, trata por última vez de levantarse, ésta vuelta consigue casi ponerse en pié, pero se cae de cara en la cama y queda completamente dormido. A la mañana siguiente se despierta con los gritos de la mujer, recriminándole que había estado tomando nuevamente, a lo cual él pone una cara de inocente y le pregunta: - ¿Por qué piensas eso? Ella le responde: - ¡Porque llamaron del boliche diciendo que otra vez te olvidaste la silla de ruedas! |