Venga a mí la ternura, al sobre todo de seda y satín a la runa arcaica de la mañana solsticio de todas las menciones valor paradójico y suave.
Venga a mí la ternura a salpicar estas manos quienes mecen un abismo de selva en la sinfonía despreocupada de un retozo de primavera.
Venga a mí la ternura tributo las caricias de fruta que florecen el tiempo en caminos intactos de tormenta sobre el sarmiento encendido, de un pétalo de nácar.