Por María Bertoni autora del blog Espectadores
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En Internet, la página que Wikipedia le dedica a La Revolución de Mayo es quizás la más completa -o menos escueta- sobre el título que Mario Gallo filmó y estrenó en 1909. Por su parte, la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC) comparte aquí el material de discusión Historia y leyendas del cine argentino. Primera parte, donde se menciona a este director de origen italiano como un precursor que, después de dedicarse a la realización de cortos documentales, “se lanzó a filmar la primera película argentina argumental (…) con actores personificando a nuestros próceres”.
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Según el mismo documento, el público recibió con entusiasmo este film, “quizás por la proximidad del Centenario de la Revolución”. También es probable que, independientemente del festejo previsto, los espectadores de ese entonces hayan celebrado la ocurrencia de una propuesta cinematográfica destinada a reconstruir aquel 25 de mayo de 1810.
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Curiosamente, las escenas de la película parecen un anticipo de los
cuadros que artistas plásticos como Pedro Subercaseaux pintaron años
después para celebrar este otro nacimiento de una
nación. A partir de la inclusión de algunos paraguas, la puesta en
escena del director italiano recreó el día lluvioso que L.
Sánchez de la Peña plasmó con sus pinceles, y que forma parte de
nuestro imaginario colectivo… además de generar
discusión.
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La Revolución de Mayo muestra a personas discutiendo y vitoreando. Los intertítulos mencionan a (Nicolás) Rodríguez Peña, (Juan José) Castelli, (Martín) Rodríguez, (Cornelio) Saavedra y la infaltable dupla compuesta por (Domingo) French y (Antonio Luis) Beruti o Berutti. El virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros no aparece en escena pero sí se lo nombra, únicamente por su cargo.
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Como si se tratara de una puesta teatral, el telón de fondo recrea -según exigencias del guión- el interior de la casa de Rodríguez Peña, el Cabildo visto desde afuera y el Cabildo adentro. Un esfuerzo de producción mayor simula el balcón desde donde “Saavedra dirige la palabra al pueblo”.
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Patricios y patriotas son los sustantivos genéricos encargados de representar a un “pueblo” que no incluye mujeres ni niños. La vestimenta de los personajes corresponde al retrato de hombres miembros del ejército o de la burguesía.
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Además de público atento a las palabras de don Cornelio, el pueblo irrumpe en forma de pregunta (en el intertítulo “¿Adónde está el pueblo?”) y -como no podía ser de otra manera- bajo la famosa frase “El pueblo quiere saber de qué se trata”, que Gallo reescribe “El pueblo desea saber lo que se trata”.
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“La célebre reunión en casa de Rodríguez Peña”, la postergación del movimiento revolucionario “hasta la caída de Sevilla en poder de los franceses”, la distribución de las escarapelas a cargo de French y Berut(t)i, las deliberaciones en el Cabildo, la conformación de una nueva Junta de Gobierno, el juramento “de práctica” por parte de sus integrantes, el discurso de Castelli ante quienes esperan noticias afuera son los hitos que conforman esta crónica cinematográfica y que desembocan en la placa final de ¡Viva la República!
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Cuatro minutos y 44 segundos dura este cortometraje mudo, acompañado por el piano de rigor y protagonizado por Eliseo Gutiérrez. Presentada por el Canal Encuentro, la copia sin restaurar se encuentra disponible en YouTube.
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Sin dudas, vale la pena (volver a) verla, a un siglo de su estreno porteño y en plena conmemoración del Bicentenario.