Cerrar los ojos… y percibir la mirada; aquella lejana y distante, que atrae el flujo radiante; remueve iones que transitan, reune dioses que aún recitan.
Cerrar los ojos… y aclamar al viento; el paso cancino y lento, y la magnífica tersura; que me cubre con mesura.
Cerrar los ojos… y soñar con mi desierto; de mil cristales cubierto, tapizado de esperanzas, alimentado de alabanzas.
Cerrar los ojos… y venerar el horizonte lejano; querer tocarlo con la mano, entonar la melodía callada, contemplar la silente alborada.
Cerrar los ojos… Sólo cerrarlos y recordar; sólo cerrarlos para no olvidar, que existe una madrugada… Que ya comienza a asomar!