UN GENERAL GAUCHO - Con Alma de Mujer

Un día 17 de Junio de 1821, el general Martín Miguel de Güemes murió desangrado en Cañada de la Horqueta. Sus gauchos corajudos se sumaron al pueblo pobre del norte que lloró a los gritos su desgarro. Tenía apenas 36 años. Y hacía 6 que era gobernador elegido por la voluntad popular. Habían traicionado al caudillo. Le habían tendido una emboscada de la que intentó escapar en su caballo, saltando entre dos batallones y una lluvia de balas. Pero un plomo maldito lo alcanzó y le produjo una herida que no cicatrizó jamás. Había muerto el comandante de la guerra gaucha, el estratega de esa guerra de guerrillas defensiva con la que mantuvo a raya al ejército invasor durante tanto tiempo. Sin embargo, la Gaceta de Buenos Aires, por orden de Bernardino Rivadavia festejó la tragedia y tituló: “Murió el abominable Güemes. Ya tenemos un cacique menos”. Temían a su liderazgo. Es que Güemes y su leyenda habían cosechado tantos amor entre su gente como odio entre sus enemigos. Fue un hombre astuto, valiente y polémico. Hasta el mismismo Manuel Belgrano lo dio de baja de sus filas porque el salteño, en una noche de pasión, llevó a su cama a la esposa de uno de sus oficiales. Güemes tenía su componente salvaje e indomable. Lo había forjado recorriendo cada metro de su patria chica. Gran parte de su capacidad militar se la debía a eso. Conocía profundamente el terreno, la selva, el desierto, las montañas de un paisaje mágico allá en el reino de la Quebrada de Humahuaca. Tal vez presentía que viviría solamente 36 años. Y no dudó en casarse con Carmen Puch, la muchacha mas linda de Salta la linda. El revuelo de ponchos que anticipa los huracanes de las fiestas y las revueltas saludó cada uno de sus pasos. El general San Martín lo reincorporó al Ejército con el grado de teniente coronel.