Hay noches que nadie se imagina. Cosas
que pueden suceder y te hacen sentir diferente. Noches en las cuales
resurge la amistad que creías perdida.
Crees que la esperanza está perdida y de pronto, te das cuenta que
tienes mucho para contar, decir, sentir, vivir.
Esa llamada, esa visita, te llenan de
un sentimiento extraño.
Vuelves a vivir sin pensarlo. No creías que una conversación, un café,
una sonrisa te pudieran volver a la vida.
La amistad renace, porque la
esperanza en una llamada, un encuentro,
te alegran la vida. Es sencillo y no lo crees. De repente, no quieres
irte. Quieres estar ahí. Quedarte. Sentir que lees poemas, libros,
apuntes. Cuentas historias, anécdotas. Eres distinto, te sientes
diferente.
Si ves lágrimas en tu amigo, no
preguntes qué le pasa. Abrázalo,
siéntelo, consiéntelo. Él te dirá todo sin hablar. De pronto te dará un
beso y comprenderás que has hecho una labor, sin imaginarte.
No creas que tus problemas sean
demasiado pesados. Los demás también
tienen problemas. Grandes, pequeños, pero problemas. No escuchamos,
porque preferimos hablar, contar los nuestros
Muchas veces, ni hablamos con los
hijos. No los escuchamos. Nos
quieren decir cosas, pero no nos interesan. Quieren recostar sus
cabezas en nuestro hombro, pero no nos importa.
No abrazamos, no sentimos, no
consentimos. Por eso, muchas veces
perdemos, aunque creamos que hemos ganado.
La amistad con los hijos también es
necesaria. Los vemos llorar y
solamente les preguntamos “qué les pasa”, pero no les sonreímos, ni los
abrazamos. Eso no se puede olvidar.
Manuel Gómez Sabogal
Ao repassar, favor
manter
a formatação completa inclusive
a wave.
RESPEITE MEU TRABALHO ...FAçO
COM CARINHO!
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